jueves, 28 de noviembre de 2013

Experiencia "Lázaro y ciego" Psicología

Hoy, tras llegar a clase, el profesor nos dijo que la clase que ibamos a dar iba a ser un poco especial, pero creo que nadie nos esperábamos que realizaramos tal actividad como la de "Lázaro y el ciego".
Dicha actividad la realizamos, ya que iniciabamos una nueva unidad en el temario "Percepciones". La actividad constaba de ir por parejas por la calle, uno haciendo de Lázaro (es decir, puede ver y es el que dirige los pasos que tiene que dar el ciego) y otro haciendo de ciego (Con una venda en los ojos, sin ver nada, tus ojos eran tu Lazarillo) y después, se cambian los papeles.
Mi propia experencia ha sido bastante buena, me ha gustado mucho la actividad y saco las conclusiones de que, realmente, la persona que ve, pasa más verguenza que la que no, debido a que la gente nos miraba con cara de como si estubieramos locos y hacían comentarios que te hacían reir. Mientras yo veía, el tiempo se me pasó más lentamente, guiaba de la mejor forma posible a mi ciega, Estefanía, en el momento de guiarla pensaba: " realmente no tiene que ser tan difícil", y a veces me reia de las caras de mis compañeros y sus posiciones, pero esto cambió al convertirme en ciega.
Una vez me puso mi compañera el pañuelo en los ojos, el tiempo se me pasó más deprisa, realmente no estaba angustiada ni pasaba miedo, debido a que confiaba mucho en mi Lazarilla. Si es cierto que en una de las calles no me sentía muy segura, ya que la acera por donde ibamos era muy estrecha y escuchaba demasiado cerca el ruido de los coches. En un principio sabía por donde caminábamos, pero pasado un rato no tenía ni idea.
Intentaba agudizar al máximo el oído e incluso el olfato para hacerme una idea de las cosas que pasaban a mi alrededor, también un poco el tacto, pues agarrando mas fuerte a mi compañera, me sentía más segura.
Tras llegar al colegio, el profesor nos hizo a todos cerrar los ojos y nos puso algo en la mano que nos dijo que nos lo metieramos en la boca, al principio todos dudábamos, pero tras saborearlo un poco, yo, al menos, me decidí a masticar, encontrandome ante una avellana con un sabor extra, con avellanas garapiñadas.
La experiencia no podría haber sido mejor, para mi ha sido hasta ahora, de las mejores clases que he tenido no solo en esta asignatura, sino en todo bachillerato.

" Animadora del Santo Domingo"

Con la idea de “disfrazado/a por un día” creo que nos ha servido a todos para superar un poco la vergüenza y ser menos vulnerable a comentarios ajenos.
Cuando el profesor planteó la actividad, nada más hacerme la idea de estar toda una mañana disfrazada en el colegio y ser el centro de la mayoría de las miradas, era algo que ni me lo planteaba. Pero finalmente acepté el reto como la mayoría de mis compañeros.
Al principio estaba muy tranquila porque me tocaba un día muy lejano, a principios de Diciembre, así que a penas echaba en cuenta el tema del disfraz. Los compañeros empezaron a disfrazarse y entonces empecé a pensar en qué me podría disfrazar. Sin darme cuenta me habían cambiado el día y me tocaba disfrazarme en breve, me puse nerviosa pues, yo estaba muy tranquila pensando en que todavía me quedaba mucho tiempo para asumirlo.
Al montar mi disfraz me lo probé, nada más mirarme al espejo pensé: “yo no salgo de mi casa, que vergüenza”. Dejé el tema del disfraz un poco apartado, lo intentaba ignorar, pero sabía que en breve tendría que ponérmelo para ir a clase. La noche antes me volví a probar el disfraz, y me veía realmente más ridícula que la primera vez que me lo puse, pero enseguida me lo quité y me eché a dormir pensando en por qué habría aceptado el reto.
Llegó el día y nada más despertarme me levanté decidida a por el disfraz, al ponérmelo me miraba en el espejo y no podía creer que estuviera haciendo eso. Al salir a la calle es cuando peor lo he pasado, puesto que en el colegio, la gente realmente sabe porque estás disfrazada, pero la gente de fuera no y la verdad que algunas personas, sobre todo gente mayor, me miraban como si yo estuviera loca por ir un martes disfrazada de animadora atravesando la plaza a las 8:15 de la mañana, realmente si yo estuviera en su lugar, creo que también lo pensaría un poco. Mi madre me hizo compañía durante el camino, pero al llegar a su trabajo me dejó sola, cosa que me daba más vergüenza, al despedirme de ella pensé: “por favor, que se me pase rápido el día de hoy”.
Al doblar la esquina ya empezaba a verme gente, mi vergüenza aumentaba, algunos se reían, mis amigas me abrazaban y otros se querían echar fotos conmigo, pero yo no dejaba de estar pasando una vergüenza increíble. Después durante el desarrollo de la mañana la cosa mejoró, ya me estaba acostumbrando y poco a poco casi se me olvidaba que iba disfrazada. Al tocar el timbre a las tres, me despedí de mis compañeros y me dirigí tan normal hacia el trabajo de mi madre, ya me daba igual ir así por la calle, estaba acostumbrada.
           La verdad que después de todo no ha sido para tanto, y me encanta haber aceptado el reto, porque la gente que me conoce, casi nadie pensaba que fuera capaz. Con esta actividad he aprendido a que me sea más indiferente como me mire la gente, tampoco es que me importase tanto realmente antes, pero al ser tímida, hace que sea vergonzosa. Repetiría esta actividad si hiciera falta, me ha gustado mucho y al final la he encontrado bastante útil.